Dentro de la familia de los Úrsidos, existió la subclase del oso mexicano. La comunidad científica lo bautizó como Ursus arctos nelsoni. Sus ejemplares vivían en regiones como Chihuahua, Sonora y Durango, así como en la parte central de México. Los estudios consideran que estaba estrechamente relacionado con sus pares de Nuevo México, Texas y Arizona.
Características del oso mexicano
Al oso pardo mexicano u oso mexicano, lo diferenciaban sus grandes proporciones. Hasta el punto de ser catalogado como uno de los mamíferos de mayor tamaño en el país. Cuando se paraba sobre sus patas traseras, medía 1,80 m de altura. Su peso no tenía nada de desdeñable, puesto que sobrepasaba los 310 kg. La hembra era significativamente más pequeña. Se estima que rondaba los 250 kilos.
pelaje del oso mexicano
Las particularidades de su pelaje hacían al oso mexicano mucho más atractivo. Unas franjas plateadas surcaban su cuerpo, especialmente su rostro y patas. Por ello los aborígenes lo llamaban oso plateado. Gran parte de su piel era pajiza, pero también hubo ejemplares grisáceos o níveos.
Poseía orejas negras como el carbón, tonalidad que «teñía» buena parte de sus patas. Su pelo más alargado estaba en los laterales, así como en su garganta. Su abdomen contaba con una capa fina de vello, a diferencia del lomo que estaba cubierto de una más gruesa y tupida.
Se sabe que los ejemplares del oso mexicano frecuentaban la zona norteña de México, aunque también era común encontrarlo en otras zonas de espeso boscaje de pino, o recorriendo los pastizales.
Alimentación del oso mexicano
El oso mexicano podía alimentarse casi de cualquier cosa, puesto que era omnívoro. Le fascinaba comer hormigas, una característica que comparte con el resto de osos pardos. De forma ocasional, incorporaba a su dieta animales en descomposición o diminutos mamíferos.
Por otra parte, consumía sin problemas bichos raíces, vegetaciones, frutos secos y miel. Su espesa capa de pelaje lo protegía contra la picadura de la colmena. Gracias a ello podía ingerir tanta miel como quisiera sin verse en riesgo de picaduras.
Engordaba considerablemente entre verano y otoño. Así transformaba más del 70% de la carga nutricional obtenida en grasa.
Antes de hibernar comía tierra, así como gran cantidad de hierba. Ambos compuestos formaban una bola que llegada al intestino grueso y hacía las veces de un tapón que terminaba por bloquear su secreción. Al finalizar los meses de hibernación, despertaba y lo expulsaba con total naturalidad. Luego retomaba sus hábitos normales.
La esperanza de vida del oso mexicano rondaba los 25 años en libertad.
Reproducción
Hembras y machos maduraban sexualmente al cabo de 3 o 5 años. A mediados de la primavera iniciaba su época de celo. El oso mexicano era polígamo. Su copulación era casual y finita. La ovulación de la hembra era inducida, puesto que ocurría cuando copulaba. El óvulo fertilizado “navegaba” en el útero por 2 meses. Era en otoño cuando comenzaba la gestación, que duraba 2 meses.
Se estima que la hembra podía tener un máximo de 3 oseznos, cada 3 años. Nacían durante la hibernación, con un peso que superaba los 300 gramos. La osa los amamantaba y al poco tiempo de llegar al mundo aprendían a caminar dentro de la guarida. Transcurrido el primer año su peso mínimo alcanzaba los 20 km. Seis meses después se independizaban y estaban aptos para recorrer en solitario los boscajes.
¿Era violento el oso mexicano?
Al oso mexicano no lo definía su agresividad. Aunque estuviese listo para arremetidas violentas y mostrara gran ferocidad, no siempre actuaba. Lo hacía sólo para protegerse y, principalmente, para resguardar a sus crías. Las agresiones a los humanos que han sido documentadas tuvieron un factor común: estaban cercanos a los oseznos.
La hembra del oso mexicano delimitaba sus espacios de movimiento para ampararse. Eran pequeñas extensiones en comparación con las establecidas por los machos, quienes sí exploraban cientos y miles de kilómetros de frondosidades. En cada «lugar» solía tener una hembra. Preferían los bosques caducifolios porque allí ubicaban mayor cantidad de alimentos. Las características del entorno también era determinante para la escogencia de su hábitat regular.
Datos históricos y extinción
Es probable que el oso mexicano se extinguiese a causa de las acciones del hombre, debido a que los lugareños lo consideraban un peligro para el ganado. De manera estacionaria, los osos mexicanos cazaban ganado. Por esa razón, eran matados y envenenados.
Para la época de 1930 era notoria la escasez de ejemplares, pues hubo una reducción importante de la especie. Las pocas que existían terminaron por concentrarse en 3 montañas: la Sierra del Nido, Santa Clara y Cerro Campana.
Según datos desplegados en la web, en 1960 tan sólo quedaban 30 individuos, una población bastante pequeña. Cuatro años más tarde, ya se le había declarado extinto.
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