Los dinosaurios son tan sólo una de las miles de especies que poblaron la tierra antes que los seres humanos. Su historia data de hace casi 230 millones de años y han permitido al hombre estudiar de forma más precisa cómo era la vida en aquellos tiempos. Uno de los más renombrados es el iguanodon, que está entre un bípedo y un ornitópodo o dinosaurio de pico de pato. Existió hace unos 130 millones de años, específicamente en la zona que actualmente pertenece a Europa.
Se ha reconocido como única variedad al “Iguanodon bernissartensis”, cuyo rasgo principal fueron sus grandes garras en los pulgares, que probablemente usó para defenderse de sus “enemigos”.
Historia y descubrimiento del Iguanodon
El iguanodon fue descubierto en 1822, pero su descripción fue realizada tres años más tarde por el geólogo inglés Gideon Mantell. Este ejemplar fue el segundo dinosaurio en recibir un nombre formal, después del megalosaurus.
Iguanodon deriva del término “iguana” y la unión con la palabra griega “odontos” (diente), debido a que son similares a la iguana. Se sabe que fue un animal herbívoro y robusto. Sin embargo, su taxonomía aún es objeto de estudio.
La evolución de las investigaciones sobre el iguanodon se debe especialmente a la data obtenida mediante el análisis de los fósiles. Esqueletos casi completos han sido hallados en diferentes destinos del mundo, permitiendo la formulación de hipótesis sobre muchos aspectos de su vida como su alimentación, movimiento y desenvolvimiento social.
Ya que el iguanodon es fue uno de los primeros dinosaurios en conocerse, tiene un lugar notable en el campo de la investigación científica.
Características del Iguanodon
El iguanadon era un animal fuerte y herbívoro, que podía caminar tanto en dos como en cuatro patas. El ejemplar más grande conocido pesó aproximadamente tres toneladas y medía cerca de 13 metros de largo. Otras especies igual de fornidas no eran tan grandes.
La espina dorsal del iguanadon era rígida, con tendones cilíndricos osificados que por lo general no son colocados en las representaciones esqueléticas que se han hecho del animal.
Alimentación DEL IGUANODON
El iguanodon tenía un cráneo de gran tamaño, pero angosto, con una especie de pico y dientes parecidos a los de las iguanas y bastante grandes. La estructura de su dentadura se arqueaba hacia afuera, por lo que se sospecha que sus dientes superiores frotaban los inferiores, moliendo cualquier alimento.
La parte frontal de su hocico no poseía piezas dentales, pero estaba cubierta por un pico córneo, ideal para arrancar ramas pequeñas y brotes. A pesar de ser herbívoro, poseía un poderoso aparato masticador.
En una ocasión se dijo que era probable que los iguanodontes, como también se les llama, contaran con una lengua prensil, que servía para recolectar el alimento, tal y como lo hacen las jirafas. No obstante, restos más completos que han sido encontrados, indican que esta teoría no es correcta.
El hueso hioides de iguanodon, donde están insertados los músculos de la lengua, eran robustos, lo que supone que poseía una lengua bastante musculosa, no prensil, incapaz de realizar los movimientos mencionados.
Hallazgos de fósiles de iguanadon han arrojado resultados anatómicos que indican una profunda inserción de los dientes en el exterior de las mandíbulas, lo cual infiere que contaban con una estructura similar a las mejillas, muy musculosa, para conservar el alimento en la boca durante la masticación.
Extremidades del Iguanodon
Es posible que las piernas del iguanodon fueran muy fuertes, pero no aptas para correr demasiado. En cada pie contaban con tres dedos.
Los brazos del iguanodon eran considerablemente gruesos y largos, cerca de un 75% de la longitud de las extremedidades. Las manos de este dinosaurio eran flexibles, mientras que sus tres dedos soportaban el peso de su posición en cuatro patas. Específicamente, el dedo meñique era un poco más largo y con mayor movilidad que los demás, frecuentemente usado para manipular objetos o recolectar cosas que le servían de sustento.
Pulgares con garras
Algo llamativo del iguanodon era su gran dedo pulgar, cuya segunda falange tenía forma de garra cónica, muy bien desarrollada. Esta, probablemente, estaba dotada de una fuerte cubierta. Los pulgares estaban dispuestos hacia afuera, perpendicularmente.
El pulgar con garra funcionó bien como arma defensiva contra depredadores e incluso otros dinosaurios. Lo cierto es que también pudo ser usado para recoger y partir semillas y frutas. De hecho, se ha mencionado la posibilidad de que la garra fuera venenosa, pero este dato no ha sido validado ya que no existe la estructura en su interior.
Algunas reconstrucciones iniciales del iguanodon efectuadas por Mantell, confundieron la falange del dedo pulgar con un cuerno, que frecuentemente era colocado en su nariz, muy parecido a los rinocerontes. El error fue reparado, colocando el hueso en su mano.
Lo cierto es que no era la primera vez que el lugar del hueso era modificado. Ejemplares como Noasaurus, Baryonyx y Megaraptor atravesaron una situación similar en la década de 1980 cuando las garras agrandadas fueron colocadas en los pies de cada animal. Investigaciones posteriores permitieron subsanar el desliz.
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