De la familia de los Cérvidos, el corzo es la especie más pequeña. Mide entre 95 y 135 centímetros y tiene una diminuta cola que apenas alcanza los 2 o 3 centímetros. Su peso no suele exceder de los 35 kilogramos, aunque varía según el sexo. Los machos tienden a ser más pesados que las hembras, y se distinguen de ellas por otras características muy peculiares. Mientras la hembra carece de cuernas, el macho las desarrolla y las muda cada año. El desmogue, como se llama, ocurre entre octubre y diciembre y la cuerna nueva se completa entre febrero y marzo. Brota cubierta de un pelaje gamuzado conocido como borra, y que el corzo elimina rozándolo con las ramas de los árboles. Un dato curioso, es que se “rascan” en el mismo lugar, casi siempre en los jarales.
Otro aspecto diferenciador del sexo entre los corzos es la forma del escudo anal. Tanto la hembra como el macho tienen una mancha en la parte posterior formada por un pelaje erizado de color blanco. En el invierno esa veta se hace más grande, por lo que resulta más perceptible. La del macho se asemeja a un riñón o a un corazón invertido, y la de la hembra se extiende hacia abajo y termina con un pelambre que bordea el orificio urinario.
Características del Corzo
Por lo general el corzo (Capreolus capreolus) es hábil para esconderse en el campo, pero para los cazadores y agricultores expertos es fácil percatarse de su presencia a través de las pisadas. La huella es chica, de unos 4 o 5 centímetros de largo y 3 de ancho, y crea una silueta parecida a la de un corazón. La más amplia pertenece al macho.
Físicamente es un animal muy hermoso. Su cuerpo es esbelto y su cuello bastante largo. Las orejas también son prominentes, pero lo que más llama la atención es esa tonalidad marrón brillante que se cambia a grisácea durante el verano. Cuando son críos tienen destellos blancos que van desapareciendo con el tiempo. La cuerna de los corzos adultos tiene tres puntas y crece de 25 a 45 centímetros, dependiendo de la alimentación y el estado de salud del individuo. Se conforma de una guía principal que surge de los ejes óseos del cráneo, le siguen la roseta, la luchadera y la garceta.
Un rasgo característico es el bozal negro que disiente del blanco de la barbilla y del labio superior.
Los cuartos traseros son más extensos y elevados que los delanteros, por lo cual camina como si estuviera saltando.
Hábitat del corzo
Los corzos habitan en las regiones boscosas. Cuando están urgidos de alimento marchan hacia las praderas. También se les ve en zonas de cultivo y comunidades suburbanas. Hay grandes poblaciones en China, Siberia, Europa, Turquía, Irak y Siria. En el Líbano e Israel hubo buena presencia, pero se ha extinguido. La mayoría de las especies que se conocen hoy día provienen de Escocia.
Alimentación y comportamiento
Lo que más necesitan los corzos para mantenerse es agua y un ambiente forestal donde puedan alimentarse. Como su estómago es reducido, comen en intervalos con pequeños períodos de reposo. Prefieren arbustos, bayas, brotes, cereales, hongos, helechos y bellotas. También buscan robles, hayas, jaras, alcornoques y abedules. De todos los cérvidos, es el que más soporta los embates de las bajas temperaturas, pudiendo nutrirse de productos considerados de baja calidad. No obstante, solo sobreviven en buenas condiciones los que alcancen un peso superior a los 12-14 kilos.
Son activos en las horas crepusculares y de marzo a agosto los machos se muestran más territoriales. Guardan relación con los cánidos porque emiten un ladrido similar al de ellos cuando se acerca la fase de encelo.
Los corzos no andan en grandes grupos. Tienden a reunirse donde hay opciones para comer y luego se separan para tomar su rumbo en solitario. Sin embargo, en los últimos años se han evidenciado poblaciones de hembras en terrenos abiertos y una gran discrepancia en el número de habitantes según el sexo. La caza furtiva hacia los machos ha hecho que la cantidad de éstos disminuya considerablemente en diversos países. Han influido también las transformaciones al ecosistema, las malas gestiones de protección y la mortandad por enfermedades o accidentes de tráfico.
El tiempo de vida promedio de los corzos es de 8 a 9 años. A pesar de ser un animal tranquilo y de apariencia tierna, se vuelve testarudo, obstinado y brusco en la vejez.
Reproducción del corzo
Las hembras estarán sexualmente activas al cumplir el año y como no tienen climaterio, pueden dar a luz hasta el final de sus días. El encelo se manifiesta en julio, y ella ladra para expresarlo. A partir de ese momento se presentan contundentes combates entre los machos para poder “ganar” el derecho de fecundarla.
Tras el coito, la hembra retrasa la gestación cinco meses, por lo que el embarazo dura de 280 a 300 días. Esto lo hacen para parir en la época que ofrece más posibilidades de supervivencia para sus hijos.
La mayoría de los partos son de uno o dos corcinos, los cuales son amamantados por la madre en un lugar escondido durante los primeros días. Ante la sospecha de peligro, ella golpea el suelo con la pata para ponerlos sobre aviso. A la semana del alumbramiento, la hembra sacará a su cría y la llevará a pastear. Por los dos meses siguientes, combinará su nutrición con hierbas y leche.
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