Sus orejas puntiagudas, su nariz respingada, sus ojos almendrados y su pelaje abundante, lo hacen ver adorable, pero la verdad es que es un animal que infunde respeto. La creencia de que mata por emoción, más que por supervivencia, ha cobrado fuerza y ha hecho que muchas personas lo consideren una especie dañina y peligrosa, aunque no siempre sea así. Si bien es cierto que puede verse invadido por la rabia y atacar, el zorro no suele representar un riesgo para el ser humano, pero sí para las aves, reptiles y roedores a los que asesina para alimentarse. Solo el puma y las águilas pueden llevarlo a postergar su caza, pues son sus principales depredadores.
Como todo integrante de la familia de los cánidos, el zorro es un mamífero. Su nombre científico es Vulpes vulpes y se contabilizan entre 25 y 37 especies, entre las que destacan el zorro rojo, el zorro ártico, el zorro del desierto y el zorro gris, por ser los más comunes. Las poblaciones de zorros se han extendido por América, Asia, Oceanía y Europa, pero sin duda las comunidades más grandes están en África. A pesar de tener rasgos comunes, su pelaje y otras características varían según el área en la que se encuentren.
Hábitat y alimentación del zorro
De preferencia, el zorro se establece en zonas boscosas y en el polo norte, pero también se le ve en espacios abiertos y en regiones periurbanas a las que acude en busca de sustento. Es omnívoro. Por las noches, en la penumbra, sale en busca de conejos, serpientes, escorpiones, insectos, frutas, bayas, pollos, gansos y pescados sobre las que salta con una habilidad y una flexibilidad que desarrolla desde sus primeros años. Si tiene que correr para alcanzarlos lo hace, incluso a una velocidad de 23 millas por hora.
Características del zorro
Los zorros son más pequeños que los chacales y los perros domésticos. Físicamente se distinguen por su delgado hocico y su extensa cola peluda que puede medir hasta 35 centímetros. Las orejas son alargadas, anchas y juntas, el cráneo es dilatado y el perfil superior es un poco recto. El pelaje del zorro no es tan denso como el del lobo, pero es muy suave y la dirección de crecimiento lo hace lucir más tupido de lo que realmente es. Por lo general es de uno tono amarillo-rojizo o pardo-rojizo, y lo cambia entre la primavera y el otoño.
El zorro rojo que es el más profuso, mide 50 centímetros sin contar la cola, y su peso suele ser de 6 kilogramos.
En las patas delanteras tiene cinco dedos y en las traseras cuatro, con uñas no retráctiles en todos ellos. Las glándulas sudoríparas del zorro son escasas, por lo que dicha función la realiza por medio de la lengua y las vías respiratorias.
Cuando nace no ve ni escucha, por lo que necesita ser cuidado por la madre durante un mes, mientras va desarrollando esos sentidos. Si algo tiene bastante agudo es el olfato, incluso es capaz de hallar animales enterrados bajo la nieve o la tierra. Su capacidad de adaptación es asombrosa, y es lo que ha permitido sobrevivir y multiplicarse.
Comportamiento del zorro
En cautiverio el zorro puede vivir 20 años, pero en condiciones naturales solo 10.
Emite una especie de chillido muy similar al de los humanos, pero no es a través de él que se comunica con sus pares. Es con su postura, expresiones y movimientos que emite mensajes al resto de la manada.
En las épocas de frío tiende a esconderse en cuevas, pero no tiene la costumbre de hibernar.
De los cánidos, el zorro es uno de los más asociales. Cuando mucho anda con una o dos hembras. Acostumbra a usar sus secreciones corporales para establecer su territorio y se enfrenta hasta la muerte por protegerlo.
Como dijimos, es de hábitos nocturnos. Su día transcurre en madrigueras o escondites entre barrancos y vergeles.
Reproducción
A los nueve o diez meses de haber nacido, el zorro ya estará sexualmente maduro y listo para reproducirse. Cuando el zorro embaraza a una hembra se mantiene a su lado durante los 54 días que dura la gestación. Al llegar la cría la ampara tanto a ella como a su madre, proporcionándole sustento y atenciones, pues ella estará muy pendiente de resguardar a su hijo de los enemigos.
El celo de la hembra es entre enero y febrero. Paren entre uno y siete zorritos. Los primeros meses se mantienen en sus guaridas que, vale decir, van agrandando con el paso del tiempo para permanecer en ellas durante años. Allí mismo suelen guardar a las presas que matan cuando no tienen hambre, pero que necesitan mantener para el futuro.
A la séptima o décima semana de nacimiento, los cachorros se preparan para marcharse y para defenderse por sus propios medios. Los machos suelen dispersase, mientras las hembras se quedan en sus lugares de origen.
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