Razas de gatos hay muchas pero ninguno tan elegante como el gato bengalí o bengala. Es un gato híbrido que se obtuvo del cruce entre un gato doméstico y un gato leopardo. Por ello, su apariencia física es similar a la de una pantera, pero en miniatura. Este gato no es un gato muy común. Destaca por su exótica belleza.
El gato bengalí es conocido por poseer una inteligencia por encima de la media normal de toda la población gatuna. De hecho, aprende trucos y entiende palabras con facilidad. Existen un importante número de criadores prendados de estos gatos, que seleccionan y reproducen a los más hermosos con el fin de mejorar la raza, descendencia tras descendencia. Tanta es la calidad estética que ha conseguido, que está prohibido cruzar gatos domésticos con el gato salvaje.
Origen del Gato bengalí
La raza del gato bengalí se originó de la voluntad de una americana de nombre Jean Mill, psicóloga, experta en genética y amante incondicional de los gatos, quien quería obtener un gato casero con el pelaje de un leopardo, de tamaño pequeño, con un carácter dócil.
El programa de cría inició en el año 1963, empleando una gata americana de pelo corto y un macho de Leopardo Asiático (el Felisbengalensis). Para la década de los años 70, se consolidó la raza, tras cruces posteriores con gatos de las variedades Mu Egipcio, Ocicat, Abisinio y Siamés. Sin embargo, la crianza selectiva comenzó en los años 80, en Arizona, Estados Unidos. La unión con el Felis Bengalensis se admitió a partir de la cuarta generación.
Características del gato bengalí
El macho del gato bengalí puede pesar entre 8 y 9 kilos, mientras que la hembra alcanza un promedio de 5 o 6 kilos.
Este animal es de estructura pesada, musculosa y robusta, con una base en tonos amarillos, beige, grisáceos, dorados o naranjas. Las rayas son negras, marrones, chocolate o canela. Posee una cola gruesa y de tamaño medio, con una terminación negra, que va disminuyendo su grosor hacia la punta.
La cabeza del gato bengalí es levemente pequeña en comparación a su cuerpo. Tiene forma de trapecio, ancha, redondeada y levemente acuñada. Sus mandíbulas son enérgicas y anchas.
Su nariz es amplia, larga, de color ladrillo, perfilada, y con una fina línea negra. Las orejas son pequeñas como las del leopardo asiático, cortas y anchas, de puntas redondeadas, simétricas y frontales, siguiendo el contorno de la cara.
El gato bengalí tiene unos que destacan por su tono dorado verdoso y su forma almendrada. Posee el cuello grueso, y las patas largas y fornidas como el resto de su cuerpo. Los pies son grandes, redondeados y con almohadillas negras. El pelo se aplasta sobre el cuerpo, es corto, suave y espeso, a la vez que delicado.
La generalidad de los bengalíes exhibe una marca en la frente en forma de «M».
Los bengalís machos poseen hombros forzudos y elásticos, que les proporcionan, al caminar, el aspecto de un depredador. En las patas de atrás tienen mucha fuerza y al saltar lo hacen de una manera ágil y grácil, como una gacela.
En el perfeccionamiento de esta variedad, se utilizaron solo especímenes cariñosos y estables, que dieron como resultado, bengalíes considerablemente reposados, afables, juguetones y muy pacíficos.
Comportamiento
El gato bengalí se adapta muy bien a la relación familiar, a ambientes diversos, sin embargo, es recomendable que pueda disfrutar parte de su tiempo en algún jardín o balcón.
Si bien el gato bengalí procede de un gato salvaje, éste es afectuoso y muy cercano a su dueño. Suele acompañarlo por la casa y esperarlo detrás de las puertas. También se hace amigo de otras mascotas y, en general, es un animal muy inteligente, curioso y juguetón. Disfruta muchísimo metiéndose en bolsas, cajas o cajones. Le encanta en olor a la comida, por lo que se le tiende a ver alrededor de la mesa cuando sus amos se preparan para almorzar o cenar.
Aunque parezca increíble, es un gran nadador, condición inexistente en los gatos domésticos, legado éste, de su ascendente selvático, el gato leopardo de Asia, que se caracteriza por sus condiciones de pescador y nadador.
Cuidados del Gato bengalí
Salvando la necesidad de espacio, el gato bengalí no necesita una atención esmerada. Por ser de pelaje corto, bastará con cepillarlo de vez en cuando para mantenerlo brillante. Como cualquier felino, siempre está limpio gracias a su propio aseo personal.
Lo que sí se debe hacer, es llevarlo periódicamente al veterinario para proteger su salud, ya que este gato produce mucho cerum en las orejas y sarro en los dientes. No obstante, si se cepilla como es debido y se mantiene vacunada, se evitarán todos los problemas que se pudieran presentar.
Alimentación del Gato bengalí
La alimentación depende de las condiciones en las que habite. Si su vida es sedentaria, hay que estar pendiente de su dieta para que no engorde, pero si por el contrario es muy enérgico y de mucha actividad, se debe ser más condescendiente con la misma.
No son exigentes para nutrirse. Al estar emparentado con gatos salvajes, comen lagartos, aves, anfibios, insectos y hasta productos procesados. Cuando se crían en hogares, que es lo más habitual, dada su gran belleza, se les brinda gatarina de alta calidad, con nutrientes adaptados a su peso y edad.
Reproducción
El gato bengalí alcanza la madurez sexual a los ocho meses, en el caso de los machos, y a los 6, en el caso de las hembras. Cuanto están en celo, los machos maúllan y orinan para marcar su territorio. Su instinto lo alentará a ir a la calle en búsqueda de pareja, por lo que se debe prestar atención. Las hembras, por su parte, tienen un comportamiento distinto. Se muestran silenciosas y se arrastran por el suelo con su cola al aire.
Cuando llega la hora del cruce, la hembra se inclina y se frota con el macho para que éste pueda montarla. La gestación tarda entre 60 y 70 días y durante las primeras semanas, la gata puede presentar síntomas parecidos a los de los humanos, como vómito. Por lo general pare entre seis o siete crías.
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